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Evocan a una Rosario Castellanos “de alcances portentosos”
La Secretaría de Cultura, a través del INBAL, rindió homenaje a la autora chiapaneca en el Palacio de Bella Artes, en ocasión del centenario de su nacimiento. “Esa idea tan difundida de que Rosario negaba ser feminista, es a medias cierta”, expresó la escritora Sara Uribe; su actitud ante la vida fue de modestia”, rememora Elena Poniatowska
Rosario Castellanos fue una mujer inabarcable, prolífica, llena de alcances portentosos y con una visión profunda y audaz, dueña de una vida de disfrute, pero también autora de una literatura, sobre todo su poesía, plagada de dolor, donde la soledad parece un ser omnipresente.
Así fue estimada la autora chiapaneca este domingo en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes en el homenaje rendido a la narradora, ensayista, poeta y diplomática mexicana en ocasión del centenario de su natalicio, cumplido precisamente el 25 de mayo.
El centro de este homenaje fue el conversatorio “Rosario Castellanos: Mujer de palabras y miradas” del que tomaron parte las escritoras Elena Poniatowska y Sara Uribe, quien también es coordinadora de la Cátedra Rosario Castellanos, y la abogada y escritora Leticia Bonifaz, moderadas por Diana del Ángel.
Primera en el turno a la voz, Poniatowska declaró que Castellanos “siempre ironizaba sobre sí misma. Prefería mil veces más contar sus errores, sus pifias, que contar sus aciertos (…) No tomarse en serio fue un gran mérito de Rosario, aunque también era un problema porque se hacía menos. Solía hacer énfasis en sus errores, en que guisaba mal, que todo se le achicharraba. Su actitud ante la vida fue de modestia”.
Sin embargo, elogió La Poni, “Rosario era un ser humano que sabía dar, que se entregó con su poesía. Dio su vida en ‘Balún Canán’ y también lo dio con ‘Oficio de tinieblas’”.
“Ella vio al machismo omnipresente”
Segunda en turno, Leticia Bonifaz decidió hablar sobre la infancia de la autora homenajeada en Comitán de Domínguez, Chiapas.
“Lo interesante de recuperar parte de la historia de niña de Rosario es porque ella entendió dos cosas muy relevantes: cómo se fundamentaba el machismo, es decir, cómo había preeminencia sobre todo lo referente en la atención a los hombres. Porque ella vio al machismo no sólo en su casa y en los juegos de niña, sino que lo vio omnipresente en todas las actividades de todos los días, pero también vio otro sistema de opresión, que es el racismo y el clasismo. En ‘Balún Canán’ están escritas todas las relaciones jerárquicas terribles y por eso, después de su vida universitaria, buscó regresar a Chiapas”.
A Castellanos le preocupaba transmitir en su estado natal una revelación, una denuncia, sobre las violentas jerarquías que vio sobre sí misma, como niña, como mujer, y sobre su nana, como mujer indígena.
“Intentó mostrar con palabras, que son por demás precisas, concretas, directas y diáfanas, lo que era la vida en Chiapas en un momento en donde no todos volteaban a ver esos lugares tan alejados del centro de México”, concluyó Bonifaz.
Por su parte, Sara Uribe, como biógrafa de Castellanos, apuntó que la homenajeada era dueña de una “hiperconciencia existencial”, y expuso:
“Desde la primera vez que leí a Castellanos, encontré en su poesía un espejo que me devolvía una yo que no era yo, pero que traducía lo que yo estaba sintiendo frente al mundo. Castellanos afirmó que se sentó a escribir porque un día se miró en el espejo y no había nadie (…) Frente a la orfandad, la muerte, la pérdida, la ausencia, la efimeridad y la fugacidad de la vida, e incluso el desamor y la soledad, Castellanos erigió el lenguaje, la poesía, su literatura, como una contranarrativa, como una resistencia y desacato ante el sinsentido”.
Finalmente, Uribe señaló que después de leer a toda Rosario Castellanos, desde sus novelas, cuentos, poemas, su obra como dramaturga y ensayista, y todas sus columnas –reunidas en las publicaciones tituladas Mujer de palabras–, “pude darme cuenta de que esa idea tan difundida y que se me había contado hasta entonces, de que Rosario negaba ser feminista, es a medias cierta. Si bien, como muchas de nosotras, al principio la escritora no aceptaba que se le denominara de esa forma, y si bien también mantuvo siempre una actitud crítica para con los feminismos, actitud que me parece por demás saludable para cualquier feminista, en una columna de sus últimos años, declara apasionadamente que si hay una causa por la cual valdría la pena arrostrar incluso el ridículo es precisamente la causa del feminismo”.
“Denunció lo que nunca antes”
La secretaria de Cultura federal, Claudia Curiel de Icaza, presente en el homenaje, también tuvo palabras para la autora nacida hace un siglo. Castellanos, expresó la funcionaria, “rehuyó de la clasificación de feminista, al menos durante algunos años, como también lo hizo con la de indigenista. Y es que en su literatura estos dos temas se cruzan, se abrazan, son casi uno solo, pero en un discurso que pronunció en el Museo Nacional de Antropología en 1971, su mirada y su palabra le concedieron el derecho, con o sin su voluntad, de ser la precursora intelectual de la liberación de la mujer en México. Se refirió a la inequidad en el trabajo, en la educación, en las labores de la casa”.
La también autora del ensayo Mujer que sabe latín…, agregó Curiel de Icaza, “denunció lo que nunca antes se había expresado sobre la condición femenina. Condenó los estereotipos de género que limitan las posibilidades de desarrollo propio de la mujer, pero también criticó la autocomplacencia femenina. Miró, sí, a la mujer como víctima, pero propuso que (las mujeres) nos responsabilizáramos de nuestra vida, que no habría liberación sin la búsqueda y la lucha de la propia mujer por sus derechos, que la mujer tenía que dar el salto al interior de sí misma”.
Para leer a Castellanos
Novelas:
- “Balún Canán” (1957)
- “Oficio de tinieblas” (1962)
- “Rito de iniciación” (1996
Cuento:
- “Ciudad real” (1960)
- “Los convidados de agosto” (1964)
- “Álbum de familia” (1971)
Poesía:
- “Trayectoria del polvo” (1948)
- “De la vigilia estéril” (1950)
- “Lívida luz” (1960)
Ensayo:
- “Sobre cultura femenina” (1950)
- “Mujer que sabe latín…”