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Opinión

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Indiferencia o impericia frente al autoritarismo

Enrique Campos Suárez | La gran depresión

Enrique Campos Suárez | La gran depresión

Enrique Campos Suárez

En el nombre de “la transformación” o “Make America Great Again” los carismáticos líderes populistas dejan a su paso daños de huracán, súbitos y profundos, que requieren generaciones para revertirlos.

Uno de los más graves es la polarización social, porque, en la búsqueda de milagros que resuelvan sus problemas, muchos ciudadanos se entregan con devoción a esos líderes sin tener capacidad de entender las consecuencias.

Lo primero que desean esos líderes es el poder, un poder mayoritario que no los limite en sus alcances. Después crean un manto protector, una garantía de impunidad, sostenida por sus seguidores.

México transita por ahí y Estados Unidos también. La tolerancia a los actos autoritarios, antidemocráticos y hasta criminales del poder dejan de espantar a amplios sectores sociales que los justifican y las minorías que se atrevan a denunciar son insultadas o perseguidas.

Nuestro país va un paso más adelante en los alcances de un régimen con pulsión autoritaria, en menos de una semana se institucionaliza el control de todos los poderes en torno a un solo mando, algo que no hemos acabado de dimensionar.

Pero en Estados Unidos están retando sus propios límites y van dejando atrás algunos de los valores, o quizá lugares comunes, que los distinguían como potencia mundial.

No son una economía infalible, ya no ofrecen garantías de estabilidad y certeza jurídica a las inversiones y su famosa intolerancia a la comisión de delitos ya encuentra excepciones al nivel presidencial.

Donald Trump solo tiene cuatro meses en este segundo mandato y su giro radical y populista ha devastado esos y otros valores.

Tan solo la semana pasada dejó en claro al menos dos cosas, su profunda convicción de poder asesinar a alguien en la 5ta. Avenida de Nueva York sin consecuencias y que sus dictados, por más absurdos o excéntricos se cumplen.

Su continuación de los castigos arancelarios, con Apple o la Unión Europea, son la demostración de que aun con las evidencias de los daños profundos internos que provoca, los dicta porque puede.

La prohibición de inscripción de extranjeros a Harvard tiene tintes del nacional socialismo de la época de entreguerras.

Y el desafío a las leyes, con la aceptación de un avión qatarí de 400 millones de dólares y el uso de su investidura presidencial para promover su negocio personal de criptoactivos, son superlativos del desprecio a la legalidad.

Estos son dos hechos que llaman la atención por su notoriedad pública, por el reto descarado que implica la violación de las leyes estadounidenses.

Pero los cuatro meses de Trump han estado marcados por desacatos e ilegalidades constantes, como el uso del ejército para tareas de migración, el desacato de disposiciones judiciales en materia de deportaciones, la restricción del derecho constitucional a la ciudadanía por nacimiento, la violación de acuerdos internacionales. En fin, la lista es ya muy larga.

La indiferencia, impotencia o impericia para controlar esos abusos de poder dejan consecuencias que hoy, ni en México, ni en Estados Unidos, podemos conocer todavía qué tan profundas y permanentes pueden ser.

Enrique Campos Suárez

Su trayectoria profesional ha estado dedicada a diferentes medios. Actualmente es columnista del diario El Economista y conductor de noticieros en Televisa. Es titular del espacio noticioso de las 14 horas en Foro TV.

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