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Opinión

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¿Se estancará la economía global?

Aunque es prematuro afirmar que una recesión mundial está a la vuelta de la esquina, el colapso del comercio mundial y la elevada incertidumbre política sin duda frenarán el crecimiento en los próximos meses. Cada país deberá prepararse para lo peor conservando el margen de maniobra de su política económica.

ÍTACA – El momento no podría haber sido menos propicio. Justo cuando la economía mundial mostraba señales de estabilización, las probabilidades de una recesión global inducida por las políticas han aumentado significativamente. La última actualización del índice Brookings-FT Tiger (Índices de Seguimiento de la Recuperación Económica Global) revela un panorama mixto: el índice financiero está a la baja y la confianza del sector privado se está desmoronando, a pesar de que los datos macroeconómicos (que van a la zaga de otros indicadores) sugieren un escenario más benigno.

Obviamente, el factor más importante es la política arancelaria del presidente estadounidense Donald Trump, que ha perturbado el comercio mundial y alimentado la turbulencia en los mercados financieros, socavando las perspectivas de crecimiento que parecían prometedoras a principios de año. La economía estadounidense tuvo un buen desempeño en el primer trimestre de 2025: la producción y el empleo crecieron con fuerza hasta marzo, y la inflación disminuyó gradualmente. Pero todo cambió en abril con el anuncio de Trump de aranceles “recíprocos” dirigidos a prácticamente todos los socios comerciales de Estados Unidos. Desde entonces, los mercados financieros se han tambaleado, y la posterior pausa en los aranceles (excepto sobre las importaciones procedentes de China) y diversas excepciones han hecho poco por mitigar el efecto latigazo. La incertidumbre ha mermado gravemente la confianza del consumidor y es probable que afecte negativamente a la inversión empresarial y al crecimiento del empleo. Para empeorar las cosas, a medida que los costos de los aranceles se trasladan a los consumidores estadounidenses e impulsan la inflación, la capacidad de la Reserva Federal de Estados Unidos para apoyar la economía y prevenir las turbulencias financieras se verá limitada. La masacre arancelaria ya ha aumentado la probabilidad de que la economía estadounidense se estanque, y la formulación de políticas en ese país seguirá siendo fundamentalmente impredecible y carente de una lógica económica clara.

Mientras tanto, la economía de la eurozona continúa operando en dos vías. Países clave como Austria, Francia y Alemania presentan un rendimiento inferior al esperado y se enfrentan a enormes presiones fiscales, especialmente ahora que la agitación política está elevando los costes de financiación. En cambio, Grecia, Italia, Portugal y España han resistido mejor la situación. De cara al futuro, es probable que la escalada de las tensiones comerciales afecte negativamente a las grandes potencias manufactureras. Por otra parte, las economías japonesa y británica habían experimentado un crecimiento moderado, pero este podría terminar pronto, dadas sus fragilidades subyacentes, la falta de margen de maniobra política y la exposición a las tensiones comerciales globales.

La economía china, que había mostrado signos de estabilización, se enfrenta ahora a un gran desafío. Su creciente capacidad industrial no ha sido compensada por la demanda interna (como se refleja en las persistentes presiones deflacionarias), y ahora se enfrenta a una guerra comercial abierta con Estados Unidos. China ha respondido con bravuconería a la escalada arancelaria de Trump, imponiendo aranceles de represalia y otras medidas destinadas a perjudicar la economía estadounidense. Sin embargo, esta estrategia tiene un límite, dada la débil demanda de los consumidores chinos y la prisa de otros países por evitar que una avalancha de exportaciones chinas llegue a sus costas. Si bien China tiene margen para utilizar políticas fiscales y monetarias para impulsar el consumo interno, hacerlo solo funcionará si se complementa con reformas más amplias que fomenten la confianza.

La economía de la India continúa mostrando un buen desempeño gracias al sólido consumo rural y a un robusto sector de servicios. Se ha visto protegida de los peores efectos de los aranceles gracias a la expansión de su demanda interna, la resiliencia de sus mercados financieros y su papel como base alternativa de la cadena de suministro para las empresas estadounidenses que se desplazan fuera de China. En Brasil, un repunte del gasto de los consumidores ayudó a compensar la caída de las exportaciones en 2024, pero una política fiscal laxa provocó inflación y un crecimiento real (ajustado a la inflación) más débil. Con el desplome de la confianza de los consumidores y las empresas, este podría ser un año bastante complicado. De igual manera, Sudáfrica seguirá atravesando dificultades debido a la persistente escasez de energía, el lento crecimiento y el debilitamiento de su moneda.

Finalmente, la doble conmoción de los aranceles estadounidenses y el creciente exceso de capacidad en China frenarán gravemente el crecimiento en los países de mercados emergentes y en desarrollo, especialmente en aquellos que dependen en gran medida de las exportaciones (como en el Sudeste Asiático). Al mismo tiempo, las perturbaciones comerciales, la creciente carga del servicio de la deuda y la reducción de los flujos de ayuda exterior tendrán un impacto especialmente alto en los países de bajos ingresos de África y otras regiones.

A medida que los aranceles de Trump desencadenan una oleada de medidas proteccionistas en todo el mundo, la era de un comercio cada vez más libre y sin restricciones ha llegado a su fin. Si bien es improbable una retirada total del libre comercio, los patrones comerciales globales seguirán cambiando, independientemente del impacto de los aranceles.

Incluso antes de que Trump blandiera su hacha arancelaria, el comercio internacional ya se estaba fragmentando más como resultado de las crecientes fisuras geopolíticas. Y dado que las finanzas tienden a seguir al comercio, la fragmentación del comercio global resultará en vínculos económicos transfronterizos más débiles en general. Incluso si las guerras arancelarias disminuyen a medida que se asimilan las consecuencias económicas, las empresas de todo el mundo se enfrentarán a un panorama global mucho más incierto y volátil.

Aunque es prematuro afirmar que una recesión mundial está a la vuelta de la esquina, el colapso del comercio global y la elevada incertidumbre política sin duda frenarán el crecimiento.

Cada país deberá conservar el margen de maniobra de política económica disponible para maximizar el impacto de estas herramientas si el crecimiento se desacelera drásticamente.

Las reformas para promover la flexibilidad y la resiliencia económicas, junto con medidas para impulsar la demanda interna, serán cruciales para capear la turbulencia.

El autor

Eswar Prasad es profesor de la Universidad de Cornell e investigador principal de la Brookings Institution.

El autor

Caroline Smiltneks es estudiante de la Universidad de Cornell.

Copyright: Project Syndicate, 2025

www.project- syndicate.org

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