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México: escribir en borrador, una nueva oportunidad de reconstrucción

Jaime Cervantes Covarrubias

Jaime Cervantes Covarrubias

Jaime Cervantes Covarrubias

“México es un país que se escribe en borrador y se corrige en la calle” decía Juan Villoro. 

La situación es crítica y al mismo tiempo representa una oportunidad histórica. Vivimos días en los que la queja se ha convertido en el lenguaje común. Escuchar “México está perdido” es tan cotidiano como doloroso. Pero, ¿y si esta crisis fuera también una invitación urgente? Una posibilidad para rehacernos como nación desde el fondo, desde la conciencia propia y desde un humanismo mexicano compartido.

Hoy, como padre de familia, como empresario, como docente, como desarrollista humano y como ciudadano, te escribo desde el vértice donde convergen múltiples realidades: la falta de salud, el miedo por la seguridad, la impotencia por la desigualdad, la rabia frente a la corrupción, el cansancio de la informalidad y el olvido de millones que sobreviven con una economía desfondada. Te escribo desde el deseo profundo de que aún es posible reconstruir el país, pero no sin asumir la responsabilidad que nos toca.

La narrativa dominante ha colocado todo el peso de la culpa en el Estado. “Papá gobierno no hizo…”, “mamá patria falló en…”. Pero cuesta trabajo escuchar, y lo anhelo: “Yo soy responsable de lo que pasa en este país y voy a hacer esto para mejorarlo”. El Humanismo Mexicano que defendemos y proponemos desde estas líneas no sólo pone a la persona al centro, sino también al frente. Esta es una columna para quienes quieran pasar del lamento a la acción.

Diagnóstico: el país que provocamos

La fotografía es cruda. México enfrenta una suma de crisis estructurales que han sido documentadas ampliamente:

1. Educación: De acuerdo con el INEE, más del 50% de las y los estudiantes de educación básica no comprenden lo que leen. Esta cifra refleja no solo una crisis pedagógica, sino también cultural. Gert Biesta lo advertiría: educamos para la funcionalidad, no para el surgimiento del sujeto libre.

2. Salud: Entre 2019 y 2024, el gasto público en salud cayó 9.2% en términos reales (CIEP). Hemos desmontado instituciones sin reconstruir nuevas, dejando a millones sin acceso ni continuidad en tratamientos. Todos los discursos suenan huecos, sin sentido y con carácter demagógico, y mientras tanto el sistema de salud se sigue erosionando así como la posibilidad de una población sana en el futuro.

3. Seguridad: México cerró 2023 con más de 30,000 homicidios. Es el segundo sexenio más violento en la historia reciente. Sin un Estado de derecho fuerte, como señala Amartya Sen, no hay desarrollo posible ni libertad real.

4. Desigualdad: Según CONEVAL, 36.3% de la población sigue en pobreza moderada y extrema. La movilidad social es casi inexistente. Pierre Bourdieu lo explica desde la exclusión estructural: el habitus se hereda.

5. Economía: La economía mexicana crece en promedio 2.5% anual desde hace 30 años. Lejos de ser una economía vibrante, nos hemos instalado en la mediocridad del corto plazo.

6. Infraestructura y gasto público: Más del 60% del presupuesto nacional está comprometido en gasto ineludible, lo que deja mínimos márgenes de maniobra para infraestructura social crítica. Como dice Patricia Werhane, sin una ética sistémica, el diseño institucional fracasa.

7. Informalidad: Más del 55% de la población económicamente activa trabaja en la informalidad (INEGI). Esto es insostenible. No solo por lo que no se recauda, sino por lo que se pierde en derechos laborales, seguridad social, pensiones y legitimidad fiscal.

8. Empresa familiar: El 90% de las empresas mexicanas son familiares (IMEF). Sin embargo, solo el 30% llega a la segunda generación y menos del 10% a la tercera. La falta de profesionalización, el tabú del conflicto y la herencia no resuelta son el caldo de cultivo para su extinción prematura. Aquí es donde entra Bowen, Minuchin, Tagiuri y Davis: sin conciencia sistémica, la empresa familiar se desmorona desde dentro.

9. Materia fiscal: El SAT reporta una recaudación histórica, pero la evasión, la simulación y la falta de rendición de cuentas impiden una reforma fiscal efectiva y justa. Michael Sandel lo pondría en estos términos: la justicia no es cobrar más impuestos, sino construir confianza social.

Y, tal vez nos estemos quedando cortos… No obstante, el contexto está dado.

Causas profundas: el desencuentro con nosotros mismos

Nada de esto es casual. Lo que tenemos lo hemos provocado. Desde un ethos nacional que, como diría Juan Villoro, se escribe en borrador: improvisado, impulsivo, reactivo. Nos urge dejar atrás la lógica de la urgencia perpetua.

Hemos formado generaciones con escasa conciencia de alteridad (Beauvoir), carentes de activismo dialogal (Velasco Lafarga), sin pedagogías del cuidado (Tronto), ni modelos que integren cabeza, corazón y cuerpo (Assagioli). Y hemos despreciado la pregunta por el sentido (Yalom), por el placer sobrio de la amistad (Epicuro), por la dignidad de nuestro deber (Marco Aurelio).

El resultado: personas desorientadas, empresas vacías de alma, instituciones sin legitimidad.

¿Y ahora qué? La nueva oportunidad de reconstruir

Esta crisis es también una apertura. Una oportunidad para rehacer el país desde otras lógicas, otras preguntas, otros liderazgos. Uno de ellos es el empresarial.

Como empresario familiar, he visto que cuando una empresa florece con sentido, se convierte en fuente de prosperidad para muchas familias. Cuando una pyme decide cuidar, en vez de explotar, está reconstruyendo el tejido social.

Raj Sisodia lo llama “capitalismo consciente”. Riane Eisler lo describe como “cultura de la asociación”. Y Laloux nos convoca a evolucionar hacia organizaciones que no solo producen, sino también cuidan, transforman, sanan.

Lo que necesitamos hoy es una revolución empresarial silenciosa, profunda, ética. Que empiece por reconocer que la empresa no es un apéndice del Estado ni su antagonista, sino un actor moral en la reconstrucción del país.

Responsabilidad individual: yo soy México

Como decía Kierkegaard, el salto de fe no es ciego: es una decisión. ¿Y si asumimos que México no es algo que nos pasa, sino algo que provocamos? ¿Y si lo que hoy duele también puede sanar?

Yo no puedo cambiar la historia de este país, pero puedo cambiar mi manera de habitarlo.

Desde donde estés —en la formalidad o en la informalidad, en la empresa o en el aula, en el hogar o en el hospital—, te invito a declarar esto:

Yo soy responsable de lo que pasa en este país. Y voy a hacer lo siguiente para mejorarlo y llevarlo al terreno de lo concreto. Habla con tus colaboradores. Forma redes de cambio. Participa en lo público. Paga impuestos. Exige transparencia. Cuida tu empresa como se cuida a un ser humano: con dignidad y… haz la diferencia.

Hacia un nuevo borrador común

México necesita ser reescrito, sí. Pero no desde la nostalgia, ni desde la postalgia, sino desde la creatividad y la esperanza. No desde el enojo, sino desde la conciencia. No desde el aislamiento, sino desde la comunidad. No desde el populismo, sino desde un genuino nacionalismo.

Necesitamos una narrativa compartida. Una gramática del florecimiento. Un liderazgo que integre cabeza, corazón, cuerpo y espíritu (como propone mi Modelo de Liderazgo Humanista). Y una ciudadanía empresarial que entienda que emprender no es solo vender, sino sanar, dignificar, reconstruir.

México se ha corregido en la calle. Es hora de corregirlo también en nuestras decisiones cotidianas. Bien planeado, bien implementado, bien dirigido y bien amado.

Hoy, como cada día, tenemos la oportunidad de reescribirnos. Y esta vez, hacerlo en limpio.

La nueva oportunidad debe ser humanista, o no será digna.

Abrazo sincero en letras.

*El autor es doctorante en Desarrollo Humano, Universidad Motolinía del Pedregal, México; Master en Desarrollo Humano, Universidad Iberoamericana, México; Master ejecutivo en Liderazgo Positivo Estratégico, Instituto de Empresa, España y Licenciado en Comunicación Gráfica.

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Jaime Cervantes Covarrubias

El autor es Doctorante en Desarrollo Humano, Universidad Motolinía del Pedregal, México; Master en Desarrollo Humano, Universidad Iberoamericana, México Master ejecutivo en Liderazgo Positivo Estratégico, Instituto de empresa, España.

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